La época de la adolescencia, es el período de la vida del ser humano más complicado. Ya que el niño está pasando por un proceso de cambio significativo, tanto físico, emocional y mental; el cual, no le permite sentirse bien y a gusto con su propia persona, y continuamente está buscando esta sensación de bienestar la cual no consigue. Como padres debemos comprender que todos hemos pasado por ahí y que actualmente nuestro hijo está en plena adolescencia por lo que a continuación te recordamos algunas cosas que seguramente fueron de utilidad en tu época y que lo serán para tu hijo.
Promueve la comunicación abierta entre tu hijo y tú, esto es vital para saber qué está viviendo y lo que está sintiendo. Te informarás de cosas que ocurren a su alrededor que te van a permitir aconsejarlo a tiempo y prevenirlo de situaciones peligrosas.
- Recuerda que la comunicación debe respetarse, es decir, no comentes cosas que tu hijo te diga en público o a otros, perderás su confianza.
- Ten presente que eres su padre y no su amigo (tus hijos podrán tener muchos amigos pero solo un papá y una mamá), por lo que aunque tenga la confianza de decirte cualquier cosa no significa que se las tienes que aceptar y secundar.
Se empático, es ponerse su lugar y entender cuáles son sus sentimientos, lo que te va a permitir tratarlo con compasión, aceptar su punto de vista y entender qué es lo que está viviendo. El echo de que no comprendas el porqué le da tanta importancia a una situación, no significa que para él no sea de suma importancia. Comprende su etapa de vida y sus perspectiva de las cosas.
Evita hacerle comentarios simplistas como: déjalo pasar, no le des importancia, tu eres una gran persona y no importa que los demás no lo están viendo, no dejes que se tipo de cosas te molesten, etc. Éstos no son comentarios importantes ni significativos para tu hijo, y de paso no van a ayudar en lo más mínimo a su problema. Intenta por ejemplo decirle cosas como: que frustrante lo que me estás contando, me imagino que debes estar muy molesto, me imagino que debe ser una situación desagradable de vivir todos los días. Ese tipo de compasión abre las puertas para que tu hijo pueda confiar en ti, y le provoque contarte realmente qué es lo que está viviendo para poderlo entender y ayudar.
Acepta lo que está viviendo y cómo lo está viviendo, cuando veas que tu hijo está en un dolor emocional real (no quiere salir, prefiere quedarse en casa o en su cama, lo ves llorando y triste) intenta estar ahí para él o ella. Evita querer motivarlo o animarlo, realmente ponte en su lugar y pienses en los momentos difíciles que tú has tenido, en los que prefieres estar tranquilo, relajado, dormido. Es preferible acompañarlo, dándole a entender que entiende su situación y no obligándolo a hacer cosas que no quiero hacer.
Recuerda que tu hijo es una persona separada de sus problemas, por lo que presta mayor atención a otras cosas que lo hacen feliz. No le preguntes continuamente por los problemas que está presentando, a nadie le gusta que se lo estén recordando, si él o ella quieren hablar de eso te lo dirán.
Los límites y las normas de la casa son importantes respetarlas y si no se respetan tendrán sus consecuencias lógicas. Permítele conocer las razones de los límites que estás implementando, explícale con paciencia el porqué de las decisiones que tomas en relación a él o ella.
No te esfuerces por hacer cosas que van en contra de lo que tú sientes y que posiblemente te hagan sentir molesto. El forzarte a aceptar algo que va en contra de lo que sientes va a generar malestares en la relación.
Recuerda que tu hijo es el único que va decidir cómo y de qué forma valora su vida, tú ya los has educado para que tome sus decisiones responsablemente, pero como todavía son parte niños dale consejos para guiarlos pero no le podemos imponer cómo tiene que hacer las cosa.
Diciembre 2013
Jessica Cival (M.S)
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